miércoles, 7 de abril de 2010

Mi ciudad, mi quilombo

Abro el word y empiezo a escribir. Qué bueno sería una máquina de escribir de esas bien viejas. Las cosas saldrían mejor. Otra mística.
Tenía miles de cosas en la cabeza volviendo para mi casa. La principal: escribir, escribir, escribir.
Pero como siempre, las mejores ideas llegan en momentos inoportunos: una y media de la tarde, bondi lleno, gente extraña rozando cada parte de mi cuerpo. Se baja una chica. Claramente es mi turno de sentarme. Lo hago. Más tranquila empiezo a divagar. Veo cosas que disparan ideas adentro de mi cabecita. Cosas a desarrollar. Como me conozco y sé que me voy a olvidar trato de sacar un cuaderno. Pero (siempre hay un pero) aparece una señora mayor…buen, semi mayor, no sé. Mi moral (o algo parecido a eso) me dice que me levante y le pregunte si se quiere sentar. Obvio que se quiere sentar. Cruzó todo el colectivo porque me vio cara de boluda. Trata de disimular la sonrisa de vieja hija de puta y me dice “bueno, gracias corazón”.
De vuelta a lo mío, mientras pienso que la vieja se va a bajar en 15 cuadras (no, me equivocaba, se bajó una parada antes que yo) Me voy a olvidar esa idea mágica. Lo sé.
Trato de darle vueltas al concepto para no olvidarme. Repetirlo con distintas palabras. Hasta en distintos idiomas.
Mientras tanto Morrissey me cuenta de su novia en coma, y yo, que obviamente ya me olvidé, trato de mantener mi pie quieto y evitar las miradas de reprobación de la emo que se acaba de subir y se posiciona al lado mío.
Casi Plaza Italia. Un pibe se baja y puedo volver a sentarme. Morrissey me abandonó hace rato y la función shuffle (el Word me corrige y me pone suflé) decidió que era hora de escuchar Joy Division. Bien arriba.
Lo primero que veo cuando miro para la ventana es el Zoológico que, dicho sea de paso, nunca me gustó. “Bienvenidos al Zoo” dice el cartel. Justo justo. El día que tardé más de media hora desde Marcelo T y Callao hasta Güemes y Coronel Díaz porque parece que el subte no anda. De nuevo. El día que escuchamos bombos durante casi toda una clase.
Seguí mirando por la ventana del 152, mi eterno compañero de viajes a cualquier lado.
Y pensé que ya no me sorprende. Me acostumbré a tener un as en la manga cada mañana por si el subte no anda y todos los que suelen viajar por debajo salen a la superficie y me ocupan el Bondi.Ya no me sorprenden los piquetes. Hasta llegué a pensar que hacen bastante pintoresca a la ciudad. Seguro que en otros lados no pasa. Disfrutemos de nuestra singularidad.
Sigo en el bondi. Mr. Ipod ahora me sale con la versión de “New York, New York” de Cat Power. Y parece que hasta ese momento no me había percatado que en una parte dice algo así como que si se puede sobrevivir en Nueva York, se puede sobrevivir en cualquier lado.
Después de 20 años viviendo en Buenos Aires, a Nueva York me la como cruda. ¿El Bronx es heavy? Salí a caminar por Pompeya a las 3 de la mañana a ver qué pasa (no quiero ofender a la gente de Pompeya eh!).
Estoy por llegar a casa y la batería del ipod se muere. Me paro para bajarme. Toco el timbre bien fuerte, porque siempre se pasan mi parada. Me bajo. Estoy caminando para mi casa cuando una chica y un chico con mucha cara de extranjeros me paran y me preguntan por la Quinta de Olivos. You have to walk, les digo y les hago el gestito de que tienen varias cuadras por delante. Gracias, me dicen. O un intento de gracias.
¿Extrañaran su ciudad primer mundista? ¿Qué les dirán a sus amigos cuando hablan por Skype? ¿Qué título le van a poner al álbum de fotos que suban a Facebook?
Llego a casa. Por fin. No hay nadie. Mejor todavía.
Me siento a comer y me llega un mensaje de mi amiga, la tana, la que vino de Milán hace un par de años a conocer y vuelve cada año porque no aguanta la abstinencia. “Me quedo acá dos meses más. Soy feliz”.
Yo tenía ganas de responderle “y yo me quedo acá hasta que me muera”. Me quedo en el quilombo, el caos, la desorganización. Mi quilombo, mi caos, mi desorganización. Obvio, estaría bueno cambiar un par de cosas. Pero mientras tanto, seamos felices como la tana, que no se quiere ir de acá.
Al final me decidí por “que bueno tana, el viernes salimos a festejar eee”.

1 comentario:

  1. Es la primera vez que entro a tu blog! te felicito me gustó mucho.
    Pero este post... te digo, me encanta esta ciudad! así que soy feliz como tu amiga tana jaja besos!

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