jueves, 22 de abril de 2010

Lluvia y champagne

El domingo granizó. Zarpado. Por donde vivo yo fue increíble. Pero no estaba en casa cuando el mundo amenazó con venirse abajo. Estaba en un auto, peor.
Escena de peli de terror: cortina de lluvia. Piedras cayendo. Sonidos terribles.
Autos parados debajo de árboles o, sorprendentemente, parados debajo de los puentes de la autopista.En medio de la autopista. Gente tapando los capots de sus autos con frazadas y almohadones. Y hasta gente que tapaba su auto con su propio cuerpo.( haceme mierda a mí pero el auto no me lo toqués, lluvia hija de puta)
Vidrios y vidrios y vidrios rotos. Calles revueltas por la lluvia: basura y hojas.
El día después: cantidad de autos con los vidrios rotos. Abundancia de cabezas cocidas. Mucho malhumor. Exceso de gente en los transportes públicos porque, claro, no podían usar sus autos. Comentarios al por mayor de la mayoría de los habitantes de Capital y alrededores. (Igual hubo zonas en la que la lluvia ni se sintió, suertudos.)
Sin embargo, ese domingo hubo sonrisas, felicidad y gran demanda de una bebida alcohólica de festejo en supermercados, almacenes y chinos.
Fue el día en que los mecánicos brindaron con champagne.
Y a hacer una macumba para que la próxima lluvia sea un poquito más heavy.

2 comentarios:

  1. No se bien cómo llegué a tu blog, aca en Caballito llovió pero no granizó. Por suerte no tengo auto y no me pasan estas cosas.

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