martes, 31 de agosto de 2010

Tripping

De mi casa a la facultad tardo, mínimo, 45 minutos en colectivo. De vuelta es lo mismo, y dependiendo del día y la hora capaz hasta un poco más. Es decir, de base tengo 1 hora 30 minutos arriba de un bondi todos los lunes a viernes del año (salvo cuando es feriado, vacaciones, me llevan en auto o no voy, que siendo yo tan aplicada, rara vez pasa). A esa hora treinta por día le agrego 3 horas por fin de semana, o capaz un poco más. En total, y si me equivoco (puede pasar, puede pasar) corríjanme, por semana tengo mínimo unas diez horas 30 minutos, arriba de un bondi. Ponele 12, más redondo.
No tengo ganas de hacerlo, pero imagínense cuánto tiempo pierdo a lo largo de mi vida viajando en bondi con esos números que les tiré.
Es bastante…bueno, más o menos…hay gente que viaja mucho más, pero acá hablo de mí, salvo cuando critico, claro.
Como los números no son lo mío, me voy a correr de eje y voy a pasar a lo que me gusta: criticar. Ah, no…emmm…contar lo que veo desde un punto de vista subjetivo y opinante.
Mi colectivo de cabecera es el 152. Casi siempre me lo tomo a la misma hora. Del mismo lugar, al mismo lugar. Sin embargo, el 152 pasa tan seguido que rara vez me cruzo a la misma gente. Pero tengo visto a un par. Ejemplos: una señora de aproximadamente 67 años y 4 meses, con mucha cara de conchuda, que se sube fingiendo caminar medio mal, encuentra asiento, y al bajarse camina más rápido que yo; un friki con Marilyn Manson, o símil, al mango que nunca, nunca, se sienta; un ex colorado de 30 años, ponele, que se sube hablando por teléfono, corta, manda mensajes, vuelve a hablar por teléfono, vuelve a cortar, y así sigue hasta que yo me bajo; una parejita palermitana que no se suelta; una pibita medio hippie, morral, sweeter norteño y rasta cocida que se baja por Sociales; y ya no lo veo más, pero el año pasado siempre me cruzaba a un chico con un buzo de Vilo, muy parecido al Ogro Fabbiani, que un día se subió con una bombita de luz pegada a una maderita. Y hay más, pero son insignificantes.
Esto de día. El 152 de noche es un mundo distinto. Tenés a las pibitas que se suben borrachas, cantando canciones de cancha, provocando la sonrisa de casi todo el bondi (la mía no); tenés a los frikis que se suben por la zona de la bond street; los pibes que aprovechan el estado de ebriedad de alguna chica para sacarle el celular o el facebook; los que se juntan a ver Star Wars y comer helado y onda 4 arrancan a sus respectivas cuevas; los conocidos que mucho no se llevan y coinciden vuelta, y tratan de disimular la incomodidad hablando de giladas.
Y aunque parezca que la paso como el orto, en realidad la paso bastante bien. Salvo esos días en que la ciudad es un desastre y el colectivo no avanza, o está lleno de gente o varios etcéteras, disfruto bastante el viaje en bondi: soy bastante selectiva con los colectivos y consigo lugar el 91% de las veces. Y una vez que estoy sentada ya está, puedo escuchar música, y poner pausa cuando quiero escuchar alguna conversación cercana, o leer, posicionándome estratégicamente para que los curiosos no puedan ver qué estoy leyendo y se mueran de intriga.
Mis viajes preferidos son aquellos donde los colectiveros se pelean con los transeúntes. Los colectiveros no son mi gente preferida, pero arriba del bondi les permito casi todo, siempre y cuando se mantengan en la legalidad. Además es como que cuando estoy en el bondi lo defiendo a muerte, es mi equipo.
En conclusión, me gusta viajar en colectivo. Pero si me quieren llevar en auto, mejor.

Uno veinticinco, por favor.