martes, 31 de agosto de 2010

Tripping

De mi casa a la facultad tardo, mínimo, 45 minutos en colectivo. De vuelta es lo mismo, y dependiendo del día y la hora capaz hasta un poco más. Es decir, de base tengo 1 hora 30 minutos arriba de un bondi todos los lunes a viernes del año (salvo cuando es feriado, vacaciones, me llevan en auto o no voy, que siendo yo tan aplicada, rara vez pasa). A esa hora treinta por día le agrego 3 horas por fin de semana, o capaz un poco más. En total, y si me equivoco (puede pasar, puede pasar) corríjanme, por semana tengo mínimo unas diez horas 30 minutos, arriba de un bondi. Ponele 12, más redondo.
No tengo ganas de hacerlo, pero imagínense cuánto tiempo pierdo a lo largo de mi vida viajando en bondi con esos números que les tiré.
Es bastante…bueno, más o menos…hay gente que viaja mucho más, pero acá hablo de mí, salvo cuando critico, claro.
Como los números no son lo mío, me voy a correr de eje y voy a pasar a lo que me gusta: criticar. Ah, no…emmm…contar lo que veo desde un punto de vista subjetivo y opinante.
Mi colectivo de cabecera es el 152. Casi siempre me lo tomo a la misma hora. Del mismo lugar, al mismo lugar. Sin embargo, el 152 pasa tan seguido que rara vez me cruzo a la misma gente. Pero tengo visto a un par. Ejemplos: una señora de aproximadamente 67 años y 4 meses, con mucha cara de conchuda, que se sube fingiendo caminar medio mal, encuentra asiento, y al bajarse camina más rápido que yo; un friki con Marilyn Manson, o símil, al mango que nunca, nunca, se sienta; un ex colorado de 30 años, ponele, que se sube hablando por teléfono, corta, manda mensajes, vuelve a hablar por teléfono, vuelve a cortar, y así sigue hasta que yo me bajo; una parejita palermitana que no se suelta; una pibita medio hippie, morral, sweeter norteño y rasta cocida que se baja por Sociales; y ya no lo veo más, pero el año pasado siempre me cruzaba a un chico con un buzo de Vilo, muy parecido al Ogro Fabbiani, que un día se subió con una bombita de luz pegada a una maderita. Y hay más, pero son insignificantes.
Esto de día. El 152 de noche es un mundo distinto. Tenés a las pibitas que se suben borrachas, cantando canciones de cancha, provocando la sonrisa de casi todo el bondi (la mía no); tenés a los frikis que se suben por la zona de la bond street; los pibes que aprovechan el estado de ebriedad de alguna chica para sacarle el celular o el facebook; los que se juntan a ver Star Wars y comer helado y onda 4 arrancan a sus respectivas cuevas; los conocidos que mucho no se llevan y coinciden vuelta, y tratan de disimular la incomodidad hablando de giladas.
Y aunque parezca que la paso como el orto, en realidad la paso bastante bien. Salvo esos días en que la ciudad es un desastre y el colectivo no avanza, o está lleno de gente o varios etcéteras, disfruto bastante el viaje en bondi: soy bastante selectiva con los colectivos y consigo lugar el 91% de las veces. Y una vez que estoy sentada ya está, puedo escuchar música, y poner pausa cuando quiero escuchar alguna conversación cercana, o leer, posicionándome estratégicamente para que los curiosos no puedan ver qué estoy leyendo y se mueran de intriga.
Mis viajes preferidos son aquellos donde los colectiveros se pelean con los transeúntes. Los colectiveros no son mi gente preferida, pero arriba del bondi les permito casi todo, siempre y cuando se mantengan en la legalidad. Además es como que cuando estoy en el bondi lo defiendo a muerte, es mi equipo.
En conclusión, me gusta viajar en colectivo. Pero si me quieren llevar en auto, mejor.

Uno veinticinco, por favor.

miércoles, 28 de julio de 2010

De boliche en boliche

Salir a bailar nunca fue una de mis actividades preferidas. Exceptuando la era matinée (en la que tampoco es que me volvía loca por ir al lugar de turno), siempre traté de esquivar la salida al boliche.
Bailar en sí no me disgusta tanto. Y eso que estoy hablando de bailar reggaeton, el 93% de las veces. La música que escucho no suele sonar en los lugares que frecuento los sábados y/o viernes a la noche. Pero los boliches, la mayoría de ellos, son la representación de todo lo que no me gusta. Sin embargo, sigo cayendo en estos lugares, no sin antes luchar (contra mis amigas, claro) pidiendo a gritos alguna fiesta/reunión/bar/muchos etcéteras. El cumpleaños del amigo de la novia del compañero de facultad de la amiga de mi amiga siempre viene bien. Cualquier cosa antes que ir a bailar, salvo quedarme en mi casa.
Entonces trato de hacer de esa salida algo productivo, como por ejemplo analizar a la gente (analizarla a mi modo). Siempre hay algo para analizar, sobretodo a la noche. Es que de noche la gente actúa de formas extrañas: tapados por la oscuridad producto de la falta de sol, hay una especie de sensación de libertad, pareciera que de noche vale todo, o casi todo. Así que para no sentir que estoy perdiendo mi tiempo cuando voy a bailar, me obligo a mí misma a creer que estoy ahí como en una especia de experimento sociológico. Es más o menos así, después de todo.

Estas son las conclusiones a las que llegué después de años de frecuentar boliches. No pueden faltar:

-Las pendejas borrachas: pueden ser vistas en la entrada, sentadas en la calle con la cabeza sobre las piernas, o sea durmiendo, con una o dos amigas alrededor tratando de que de alguna mágica forma se le vaya el pedo. También están adentro, bailando y chocándose con la gente, y haciendo más cosas ridículas que no voy a enumerar porque todo aquel que haya visitado un boliche alguna vez sabe. (Tengo que admitir que alguna vez yo también caí en esta categoría, pero es pasado pisado, pisadísimo).

-El pirata: odio esta palabra, pero es la forma en que son conocidos por todos, así que me voy a apegar a la tiranía social y decirles así. Creo que no hace falta explicar qué es un pirata, Los Auténticos Decadentes se encargaron de explicarlo hace un tiempo.

-Los rugbiers: dícese de la raza de hombres que juegan un deporte llamado “rugby” que consiste en ponerse pantalones muy cortos, y correr tratando de bajar al que tiene la pelota. A estos individuos les gusta estar en grupo y son capaces de hacer cualquier cosa por lograr la aceptación de sus semejantes. En los boliches uno puede encontrarlos en la pista buscando alguien distinto a quien pegarle, o en la barra, siempre en grupo, claro. Misteriosamente, un gran sector del género femenino se siente atraído por estos personajes. Repito, misteriosamente.

-Los que bailan en la tarima: algunos se desesperan por conseguir lugar, y están dispuestos a perder la dignidad, si es que tienen, para estar ahí (empezando por el hecho de que, generalmente, subir a la tarima es un poco complicado y siempre alguien te tiene que empujar). Acá vamos a encontrar de todo: gente que baila bien, gente que baila mal, gente que baila muy mal. Las estrellitas de este espacio son los hombres que bailan tan bien que ya da un poco de rechazo. Tiran pasitos que aprenden en las clases de reggaeton, y tratan de enamorar alguna muchachita desde ahí…desde arriba. Raramente lo consiguen.

-Los que chamuyan todo lo que se mueve: cualquier cosa les viene bien, y es muy gracioso ver cómo el flaco que a las 3 de la mañana arrancó chamuyando a una rubiecita super diosa, a las 5.30 se conforma con lo primero que se choca.

Y después están las situaciones que todos conocemos: el regateo al barman(regateo de regatear, no de re-gatear), las parejitas ocasionales en el medio de la pista, la transpiración, la quemada de cigarrillo, la volcada de cerveza, el grupito que salta al ritmo de la música y atropella a todos, la cola del baño ( donde somos todas amigas), las tocadas de culo y muchas cosas más.
Es muy interesante el ambiente boliche. Uno aprende mucho en estos lugares si se lo propone. En mi caso aprendí todo lo que no quiero ser. Me sirve.

Che, igual un poco me divierto eh.

lunes, 19 de julio de 2010

A veces pienso (1)

Los que me conocen un poco saben que me gusta el humor medio negro, y todo lo que tiene doble sentido. Y está todo bien, tiro un comentario medio racista y me río rápido. Todos nos reímos, se escucha algún “¡qué hija de puta!” y listo. El tema es cuando hago esos comentarios en frente de gente que no me conoce o me conoce poco. Y no hace falta que digan nada para darme cuenta que lo que dije les cayó mal. No me pone mal que la gente no me crea graciosa, me incomoda pensar que alguien se pueda llevar una imagen bastante distorsionada de mí, todo por un comentario/chiste. Y no está bueno explicar los chistes o justificarlos, lo que dijiste lo dijiste y ya. Pero a veces es necesario que alguien intervenga y “explique”, porque como hay gente que efectivamente discrimina con los comentarios, puede pasar que alguno piense que soy una de esas personas, y eso si que no estaría bueno.
¿A qué viene todo esto? Con todo el tema del matrimonio gay, o igualitario que me parece más correcto, salieron a la luz los comentarios más discriminatorios que escuché en mi vida. Y me sorprendió el grado de violencia/agresión con el cual se expresa mucha gente. Y en algunos casos, el grado de ignorancia de algunos discursos. Y se amparan todos en lo mismo: lo natural. Quién determina qué es natural? Es por tiempo? Por que la guerra existe desde que se creó el mundo. Es natural? Está bien matar gente para tener más territorio/plata/petróleo/lo que sea? Ya casi ni existe el concepto de natural, y es de ignorante quedarse debajo del paraguas de lo “natural”. Natural es una manzana que crece en el medio de un bosque. Un papá y una mamá no son más naturales que un papá y un papá, o una mamá y una mamá.
Volviendo a lo de antes, me preocupa que haya gente que pueda pensar de verdad lo que yo pienso en broma. No me preocupa, me da miedo. Me aterra, de hecho. El mundo ya de por sí está lleno de injusticia y desigualdad, no necesitamos gente que promueva eso, todo "por los chicos".
No quiero que esto se convierta en una reflexión personal, porque hay mucho para decir, pero si me explayara un poco más rompería con la línea de blog (¿). De todas formas queda clara mi postura. Y no me queda más que decir chau, hasta la próxima. Prometo que voy a tratar de no ponerme seria.

jueves, 8 de julio de 2010

No estoy mirando

Una de las grandes razones por las cuales trato de no viajar en subte es la incomodidad que me produce. Todos callados. Muy juntos. Unos sentados y los otros parados, mirando desde arriba, con una especia de odio y envidia. La gente que se desespera por conseguir asiento cuando se abren las puertas. Los que no te dejan pasar cuando querés bajarte. La respiración de la gente. El boludo que escucha música, fea, muy fuerte. El otro boludo que habla a los gritos por celular. Y el malhumor general, claro: no sólo estás viajando como el orto, además seguro vas a llegar medio hecha mierda y tarde, porque el subte inexplicablemente para entre estaciones, o hay tanta gente que no se pueden cerrar las puertas. Y te empieza a agarrar calor y ya no sabés que más sacarte, ni donde ponerlo.
Pero lo que más me molesta, sobretodo si estoy sentada, es no saber a donde mirar. ¿A las caras de los que tenés enfrente? ¿Al piso? ¿A los ojos del de arriba? Cerrar los ojos parece una buena opción, pero cuando los abras vas a tener a 3 o 4 personas mirándote fijo, muy fijo.
Lo que me pasa a mí es que cuelgo, y de repente me doy cuenta que estoy mirando a lo que tengo adelante mío. Y si estoy sentada, lo que tengo adelante es una persona. Y si estoy sentada mis ojos están a nivel de la cintura de la persona. Y si todas estas variantes se dan, y lo que tengo delante es un caballero, mis ojos van a estar mirando directamente al bulto que tengo delante. Si no se dan cuenta, todo bien. Vuelvo a mí, y cambio la dirección de la mirada. Pero cuando se dan cuenta se empiezan a poner nerviosos. Se miran a ver si hay algo que está mal, se mueven, tratan de taparse con la mochila o lo que tengan delante. Es incómodo para ellos y para mí, porque quedo como una pervertida que aprovecha el tumulto para ver cómo vienen los hombres que viajan en subte.
Lo único que quiero que quede claro, es que no lo hago a propósito, son las vueltas de la vida, o del subte mejor dicho, que permiten que estas cosas pasen.
Caballeros del mundo subte, quédense tranquilos, no los estoy mirando.

jueves, 1 de julio de 2010

Casitas en el río

Después de varios viajes en el 37 recién hoy me dí cuenta de las casitas en el río. De chica así les decía a las plantas potabilizadoras que están en el río y se ven desde la costanera. Pensaba que ahí adentro vivían duendes, o sirenas o alguna de esas cosas que inventan los padres para no tener que pensar ante las preguntas, contantes y molestísimas, de sus hijos. ¿Cómo le explicas a una nena de 5 años que esas construcciones en el medio del río limpian el agua y la mandan a tu casa para que cuando abras la canilla salga agua semi clara? (¿Es así como funcionan, no?) Es más fácil aceptar la propuesta de la nena de 5 que asegura que ahí adentro vive alguna criatura mágica. Y todos contentos.
Más allá de mi habitual mal humor vespertino, producto de un bondi lleno, sueño y cero ganas de hacer otra cosa que no sea dormir, ver las casitas en el río me dio un poco de felicidad. Por un momento volví a tener 5 años, y todas las cosas que generalmente me dan vueltas en la cabeza desaparecieron, para después volver, obviamente.
Y de las casitas en el río me fui a esos tanques gigantes de agua, como el que está, creo, dentro de la esma, que yo creía piletas comunales un poco raras. Mis padres, nuevamente, nunca me corrigieron. ¿Para qué? Mientras no tratara de meterme o algo así, estaba todo bien.
Y seguí pensando en piletas. En especial la del club al que fui toda mi infancia. Además de tener un trampolín enorme de varios metros, del que me tiré sólo una vez, tenía, como toda pileta, un círculo negro pintado en el fondo, en la parte más honda. Siempre tuve una fascinación medio extraña con los tiburones: les tengo mucho miedo, pero no puedo evitar clavarme los documentales que los muestran defenestrando una pobre foca que no llegó a meter quinta e irse. Morbosidad, supongo. Cuestión que alguien, probablemente alguno de mis hermanos, una vez me dijo que del círculo negro salían tiburones justo cuando estabas nadando por arriba. Y yo compré. A partir de ese momento, cada vez que nadaba por esos lados iba rápido, muy rápido, para alcanzar el borde y salir, en caso de que apareciera algún tiburón. Y aunque sabía que era imposible, tuvo que pasar un largo tiempo para que se me fuera ese miedo.
Y cuando estaba en el ápice de mi delirio, el bondi llegó al final de su recorrido y tuve que entrar a cursar. Y tuve que bajar, y ponerme el traje de chica grande con responsabilidades y preocupaciones. Y cuando me quise dar cuenta todos los recuerdos lindos resultaron ser eso, recuerdos.

lunes, 28 de junio de 2010

Random 3

A ver...empecé a escribir 3 veces. Tres intentos frustrados de escribir sobre:

-Ser famoso o no.
-El mundial con amigas.
-Las vacaciones.

Es que estar de vacaciones me pone así. Y el mundial, sobretodo si lo veo con mis amigas me deja como sin inspiración. Pero mucho no me importa, porque la verdad es que no busco ser famosa con esto eh, un poquito de reconocimiento capaz.

miércoles, 23 de junio de 2010

Random 2

Palermo Soho
Palermo Viejo
Palermo Hollywood
Palermo Sensible o Villa Freud
Palermo Queens
Palermo Chico
Palermo Hot
Palermo Coppola
Palermo Glam
Palermo Dead o Chacalermo

En serio…basta.

lunes, 14 de junio de 2010

Tratado sobre el género masculino (1)

-¡La puta que te parió!
-¡Poné la patita nene!
-Este es un pecho frío.
-Claro, en el Barcelona la rompe porque el equipo juega para él.
-Es un muerto.
-¡Hacete ídolo acá pibe!
-¡Cambiala! ¡Cambiala! ¡Cambialaaaaaaaaaaa!
-Ya está. No pasamos la primera ronda. Yo te dije…yo te dije. Con este de D.T. no vamos a ganar nada.
-Yo lo hubiera traído a Zanetti.
-No sabe nada. No tiene idea de lo que está haciendo.
-No estamos jugando a nada. Están todos desordenados.
-Bueno chicos, nos vamos temprano a casa.

Un par de minutos después:

-No…si yo te dije que este pibe la iba a romper.
-Qué jugador.
-Nadie le tiene fe, pero yo lo banqué desde un principio.
-Es que acá son todos exitistas. Al equipo hay que bancarlo en las buenas y en las malas.
-Este mundial lo ganamos. Es nuestro. Como en el 86.



Es un hecho. Nunca voy a entender la mente de los hombres.

jueves, 10 de junio de 2010

Memorias de mundial

Mundial 1990:
No, no me acuerdo nada. Tenía meses. No hacía otra cosa que dormir, comer, y romper mucho las bolas. Ser linda y abrazable y caerle bien a todo el mundo(o algo así).

Mundial 1994:
Tampoco me acuerdo. Esto es algo que me preocupa un poco. No tengo memorias de mi infancia. Me acuerdo de cosas que me contaron, pero no hay registro en mi cabecita.(Igual esto no tiene nada que ver..mejor sigo con lo de la guord cap). Tenía 5 y de nuevo, mis responsabilidades se limitaban a ir al jardín, jugar a los Power Rangers, dormir la siesta sin culpa, ensuciarme con todo lo que llegara a mis manos. Y de nuevo, ser linda y tierna y reee copada.

Mundial 1998:
Acá si me acuerdo, dos cosas: estar en la casa de mi abuela mirando la definición por penales contra Inglaterra, y el partido en el que Holanda nos eliminó, previo cabezaso del Burrito Ortega al arquero holandés. En ese partido estuve todo el tiempo con un muñequito de Verón en la mano. (Antes me caía bien Verón, ahora no. Es demasiado pensante para un jugador de fútbol).

Mundial 2002:
¿Ni un partido en horario normal la puta madre? Por suerte fueron sólo tres. El de Suecia, el último, lo ví con mi madre. Creo que era un miércoles a las 3 de la mañana o algo así. Yo estaba enferma, fiebre y esas cosas. Pero de todas formas me levanté, me pinté la cara de celeste y blanco(en serio) y vi el partido. Sí, afuera. Mucho no me importó.

Mundial 2006:
Aaaahora sí. Ya estaba más grande. Ya se me había pasado la fiebre del fútbol y River ya no me copaba tanto. Vi todos los partidos, grité los goles, y hasta lloré, en serio, cuando Alemania nos eliminó. No sé porqué lloré. Pero lloré.

Y ahora empieza otro mundial más. No quiero escribir lo típico, eso de que se para el mundo, que ahora todos nos queremos, que si ganamos Maradona es dios y si no lo linchan. Y no me interesa lo que coma la selección, o quién gana los partidos de winning, o quién va a cantar la canción oficial..me chupa un huevo.
Pero por otro lado quiero que empiece. El fútbol es una de las pocas formas que tenemos de ganarle algo al mundo. Es también una de las pocas razones por las que el mundo nos conoce. Es tristísmo, pero prefiero que nos conozcan por el fútbol que por otras cosas, que son más tristes todavía.
Nada más. Mi primera predicción es que el sábado ganamos. Vos fíjate.
Y dentro de 4 años les cuento lo que me acuerde.
Salud.

jueves, 27 de mayo de 2010

Vicente Martes

No sé porqué esperé hasta el martes para ir a la 9 de Julio. Pero no me quería quedar afuera. Así que el 25 a eso de las 6 de la tarde arranqué para la avenida, que nosotros creemos, más ancha del mundo.
Al llegar sabía cómo iba a terminar todo: me iba a ir después de un rato de caminata y algo de mal humor. Y adelanto que así fue.
Primer intento: penetrar a la gente para llegar a un lugar semi decente y ver el show. Resultado: avanzamos 20 metros y tuvimos que desistir ante la cantidad de gente que quería entrar y salir. Me quedé varada un rato entre una madre con un hijo a cuestas y otro de la mano que me pegaba pataditas porque estaba inquieto. Empieza a faltar el aire y la desesperación aumenta. Un par de pibes se ríen, unas señoras de indignan y yo me quiero ir a la mierda.
Cada tanto me reía, al escuchar los comentarios de algún compatriota. “No estamos mejor acá Jorge, era mejor el otro lado”, le decía una señora a, supongo, su marido. “Mirá lo que es esto, mejor lugar no vamos a encontrar”, decía Jorge con voz cansada. Por otro lado, un hombre gritaba que si nos organizábamos podíamos salir y entrar todos, y otro decía que si nos organizábamos cogíamos todos.( con las manos para arriba como empujando algo)
Me irrité un poco más y me fui. Volví a pelear con la horda de gente que trataba de salir/entrar, esta vez con menos moderación, porque me estaba yendo y me importaba muy poco que la gente me mirara mal porque la empujaba (aunque pidiera permiso y gracias).
Empezamos a caminar (hablo el plural porque esta vez las cosas me pasaron no sólo a mí, sino también a mi amiga, la vecina) por las calles paralelas, acompañados por gente que volvía, extranjeros y un par de locales cansados de tanto festejo. De repente empezamos a escuchar a Charly García cantando de influencias, y antes de poder esperanzarnos con cualquier participación del ídolo de ahora perfil bajo, nos dimos cuenta que la música venía de un departamento que con las ventanas abiertas, de donde colgaba una bandera whipala, dejaba salir la melodía.
Caminamos, caminamos y caminamos hasta Independencia. “No hay ni habrá empanadas”, decía un papel en el stand de Salta. Volaban los comentarios, sobre historia, sobre Fito Páez y los shows del bicente, sobre la sexualidad de algunos próceres, sobre los presidentes que estaban presentes…
No me cambiaba la vida quedarme a ver a Fito, y como tenía la leve sospecha, que después se confirmó (ja), de que no iba a tocar a las 9, decidimos irnos y seguir haciendo la “reflexión” desde casa.
Subte gratis, adentro. Mi casa me esperaba con empanadas y con la tele encendida en el show que fui a ver pero nunca vi.
Mucha, mucha, muchísima gente. Qué bueno que ya me fui. No me quiero imaginar la vuelta de todas esas personas. Al sur, al norte y al oeste. Bondis hasta las manos, tráfico, taxis sin cartel rojo. Pero caras felices. Al fin algo salió bien.
Y de acá a 100 años, si es que todavía hay mundo, se va a hablar de los festejos del Bicentenario y yo, que voy a seguir viva señores, voy a decir que estuve ahí.

martes, 25 de mayo de 2010

Random 1

Soy yo la mal pensada, o suena medio raro la publicidad de gilette "la afeitada oficial de la selección argentina" ?

domingo, 16 de mayo de 2010

El ataque de las palomas asesinas

Desde que empecé a andar sola en colectivo, cada vez que me bajo en la parada del colegio sobre la avenida, tengo el mismo problema. Hay un ser...malo, muy malo. A partir de las cuatro de la tarde, más o menos, se posiciona. Siempre en el mismo lugar. Se sienta, se queda mirando. Saca la bolsa, que estuvo preparando todo el día, y empieza. Tira un poco y llegan. Diez palomas. Después cinco más. Así hasta que se arma un grupete de palomas ávidas de migas de pan, que no van a dejar que nada se interponga en su camino. Y por nada me refiero a nada, ni siquiera a la gente que pasa caminando.
Para colmo, el señor se sienta en la parte más angosta de la calle, en el medio del puesto de flores y el kiosco. Entonces si querés pasar por ahí no queda otra que llenarte de orgullo, contar hasta 10 y mandarte rápido, tratando de no mirar a los ojos a estas hijas de puta que están como extasiadas por el pan.
Siempre me funca. Hasta hace un par de días.
Me bajé, y empecé a caminar por Maipú. Llegó el momento. Ahí estaba él, ahí estaban ellas. Y yo. Había más de las que suele haber. Pero me mandé igual. Primer paso. Segundo. Otro más. Llegué al límite de su territorio. Si ya estaba ahí, no quedaba otra que cruzar lo más rápido posible esos 4 metros. Debo haber pisado un pan o algo así, porque se me vinieron cinco palomas a los pies. Instinto: patear( al son de mi grito que sirve para todas las ocasiones, el gritito que una amiga calificó de "de cotorra"). Si alguna vez trataste de patear y caminar al mismo tiempo sabrás que hay un 84% de probabilidad de que te caigas, mínimo que trastabilles. No llegué a caerme, fue más un tropezón en el que ninguna parte de mi cuerpo estaba tocando el piso. Mitad de media milésima de segundo ya me había repuesto, pero estaba en la mitad del trayecto. Y fue así cuando otras cinco palomas me atacaron, esta vez de la cintura para arriba. Encima tenía la campera colgando, y juro, juro, que una trató de hacer de mi abrigo un nido. Se metió y no salía, la hija de puta. A esta altura, ya perdí mi dignidad y no me importó hacer los movimientos que hice y pegar los gritos que pegué. Ya estaba jugada.
Fue todo muy rápido. Salí del territorio palomas, me dí vuelta para mirar con alta cara de culo al viejo, mientras me arreglaba el pelo que había quedado más revuelto que de costumbre. Cruzamos miradas, y él se dio cuenta de mi intención de bardeo telepático y me mandó tres palomas más. Me dí vuelta muy rápido y seguí caminando, esta vez más rápido y los palomas volvieron a su zona. No me dí vuelta nunca más.
Llegué a casa, cerré las ventanas y me quedé un rato mirando para afuera, a ver si había palomas dando vueltas.
Hasta ahora no volví a la zona. Volví, pero no era la hora.
Parte de mí quiere venganza, parte de mí llora de tan sólo pensar un nuevo encuentro.
No sé si voy a encontrar solución a este asunto. Por el momento, voy a evitar bajar en esa parada, total es lo mismo. Una cuadra.

miércoles, 12 de mayo de 2010

De Skaters, Ciclistas y otras cosas

Hay gente que cansada de los transportes públicos convencionales decide hacer la suya y sacar la bici, el skate y hasta los rollers(los más osados)a la calle.
No todos podemos hacer esto. Yo por ejemplo. En bici no duraría ni un viaje de 10 cuadras por una avenida. Sobretodo si voy escuchando música. Me abstraigo y chau, fui.
Por eso me gusta ver gente andando en bici o en skate por cabildo o alguna otra avenida heavy, llena de bondis, taxistas irritados y gente que aprendió a manejar hace poco. A veces los envidio, a veces no.
Hoy venía en el 152, obviamente, y me quedé como 20 cuadras mirando a un pibito que venía en skate, o patineta, como quieras decirle. Venía andando escuchando música. Chupines, zapatillas Vans, gorrito, buzo bien grande. EL estereotipo.
Iba rapidísimo, y casi no frenaba en las esquinas cuando estaba rojo. Se mandaba tranquilísimo.
Después de 20 cuadras me aburrí y dejé de seguirlo con la mirada. El bondi frenó. El pibe nos pasó por al lado a quinta de skate y cruzó la calle. No venía ningún auto. Pero venía un flaco andando en bici. No llegó a frenar a cero. Y el pibe del skate tampoco.(porque convengamos que frenar con un skate es más difícil, bah supongo) No llegaron a chocar, pero el flaco de la bici pegó un volantazo(¿manubriazo?) y se fue a la mierda. El pibe del skate apoyó su vans en la parte de atrás del skate y trastabilló. Los dos se cayeron. Mientras tanto, el bondi seguía frenado por el semáforo y yo rezaba porque ese stop que suele durar 45 segundos durara 5 minutos. Ni en pedo me perdía el desenlace. Los dos se levantaron. Mi morbo pedía a gritos que se cagaran a trompadas. Mi buen ser pedía que se pidieran perdón mutuamente y cada uno siguiera su camino.
Los dos se levantaron sorprendidos, sin entender mucho lo que había pasado. Se hablaban, pero no podía escuchar qué carajo se estaban diciendo: se putearían amablemente? se pedían perdón? se preguntaban cómo estaba cada uno? No sé, no sé, no sé.
El 152 arrancó. Yo seguí mirando para atrás pero no vi nada que me dijera cómo se había resuelto( o no) la trama.
Mientras me iba pensaba qué bueno hubiera sido que además de el skater y el ciclista, uno de esos chicos que andan en rollers por Palermo entregando pizzas se hubiera visto implicado en el asunto. ¿Te imaginas? Una pelea entre un ciclista, un skater y un chico roller. Si alguna vez pasa, quiero estar ahí.

jueves, 29 de abril de 2010

The fair

Yyyy quería trabajar...quería. Una semana después y quiero mandar todo a la mierda. La fucking monotonía de decir y hacer siempre lo mismo.
Trabajar en la feria se complica cuando no sos una persona con mucha paciencia. La gente te pregunta las cosas mil veces, no te escucha, interrumpe, se va sin saludar, se queda media hora rompiendo las pelotas y no compra nada.
Es un desfile constante de madres que no controlan a sus hijos, y los dejan ahí jugando con la boluda (yo) que ya perdió las ganas de vivir. Abuelas que no entienden nada. Padres ausentes que quieren comprar el amor de sus hijos con un aparatito corta papel. Maestras jardineras con un exceso de felicidad encima. Adolescentes más boludos que nunca. Colegialas gritando. Y más y más personajes.
Los números 10, 18, 20 y 35 pasaron a ser los números que más odio.
Y todo lo que digo siento que puede ser tomado a mal. "Apreatlo fuerte", "dale hasta el fondo", "es más chico y más duro". Pero la única mal pensada soy yo, claramente.
La única forma de remar los días que me quedan es pensar este trabajín como un experimento sociológico. Ahí estoy yo, de incógnito en un ambiente tan heterogéneo e interesante. Y nadie se da cuenta que los estoy estudiando y analizando. Sí señora, usted es mi ratira número 236 y cada movimiento que haga va a ser captado por mí, y luego finamente analizado. Todo en pos de la ciencia.
De todas maneras, hay momentos en los que disfruto la feria. El camino de salida. Mirando libros, con poca gente, mucha tranquilidad. Y qué bueno sería quedarme una noche encerrada acá.
Pero mejor me voy, que se hace tarde y todavía tengo que hacer mil cosas.

jueves, 22 de abril de 2010

Lluvia y champagne

El domingo granizó. Zarpado. Por donde vivo yo fue increíble. Pero no estaba en casa cuando el mundo amenazó con venirse abajo. Estaba en un auto, peor.
Escena de peli de terror: cortina de lluvia. Piedras cayendo. Sonidos terribles.
Autos parados debajo de árboles o, sorprendentemente, parados debajo de los puentes de la autopista.En medio de la autopista. Gente tapando los capots de sus autos con frazadas y almohadones. Y hasta gente que tapaba su auto con su propio cuerpo.( haceme mierda a mí pero el auto no me lo toqués, lluvia hija de puta)
Vidrios y vidrios y vidrios rotos. Calles revueltas por la lluvia: basura y hojas.
El día después: cantidad de autos con los vidrios rotos. Abundancia de cabezas cocidas. Mucho malhumor. Exceso de gente en los transportes públicos porque, claro, no podían usar sus autos. Comentarios al por mayor de la mayoría de los habitantes de Capital y alrededores. (Igual hubo zonas en la que la lluvia ni se sintió, suertudos.)
Sin embargo, ese domingo hubo sonrisas, felicidad y gran demanda de una bebida alcohólica de festejo en supermercados, almacenes y chinos.
Fue el día en que los mecánicos brindaron con champagne.
Y a hacer una macumba para que la próxima lluvia sea un poquito más heavy.

lunes, 19 de abril de 2010

No ha lugar

Leyes, artículos, decretos, incisos, pactos, tratados...lo único que me quedó claro es que los abogados te pueden cagar de cualquier forma, en cualquier momento y por cualquier cosa. ¡Objeción!
(Espero que no se ofendan mis amigos futuros abogados)

domingo, 18 de abril de 2010

¿Bafici? Sí, sí

La sala más grande del Cine Atlas de Santa Fé. Llena de gente. Jóvenes más que nada. Pibitos y pibitas. La gente más copada, más cool, más imponetendencia de la city. Todo muy lindo. Gran escenario.
Una película ¿independiente? brasilera: adolescencia, música e internet, como dijo el director, Esmir Filho, que para mi (grata) sorpresa estaba ahí.
¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando pensás en Brasil? Playa, fútbol, samba, gente contenta y sin preocupaciones. Bueno, nada que ver. La película se desarrolla en una ciudad del sur de Brasil. El sur frío, el sur alemán, según el director. Hay adolescentes. Hay internet. Hay música. Pero hay mucho más: hay suicidio; hay adolescentes conflictuados; hay blogs; videos raros; una chica que aparece sólo en videos; hay fascinación por Bob Dylan; un hombre que vuelve; masturbación; sueños que se mezclan con la realidad. Hay misterio.
Y como hay misterio hay distintas interpretaciones.
Pero mejor mirala.
Las nosécuantaspersonas presentes en la mega sala del Atlas aplaudieron a más no poder. Siguieron preguntas al director y al autor del libro en el que se basó la película que, además es uno de los actores. Nada muy relevante. ¿Por qué ese nombre? ¿Cómo te sentiste haciendo tu primer largo? ¿Vas a sacar la peli a DVD? Lo más interesante que dijo el director fue que el casting se hizo vía intenet: quería leer lo que escribían en sus fotologs, blogs y flickrs. Más de 400 chicos vistos. Hasta que dio con Henrique Larré, el protagonista, que tuve ganas de abrazar toda la película. Después, nada más. Felicitaciones y saludos.
Me fui, nos fuimos. Cada uno a un lado distinto. Y nos vemos la próxima.
El BAFICI es todo un evento, claro. Muy a mi pesar, sólo pude ver una película. Por fiaca, por falta de recomendación, falta de tiempo o lo que sea. Pero está bueno. Acostumbrados a películas distintas, hollywoodenses más que nada, es una buena oportunidad para ver lo que no suele ocupar las grandes carteleras de los cines tradicionales. Y puede ser que más de uno se haya ido insatisfecho: que la peli es lenta, que no hay final, que no hay trama. Pero eso es lo que está bueno. Que sea distinto. Que te deje pensando qué carajo significa, qué quiso decir el muñeco este…
Un poco de todo, para todos. No nos quedemos en lo típico.

miércoles, 14 de abril de 2010

Mua

Me gustan los libros cuyos personajes parecen ser independientes los unos de los otros hasta que se cruzan de alguna forma.
Me gusta estar despierta a la noche, aunque también me gusta irme a dormir temprano. Me gusta salir hasta que amanece y volver a casa mientras la ciudad se va despertando.
En invierno me gusta levantarme y tener que emponcharme para salir a la calle.
Me gusta mucho, pero mucho el café. Y más me gusta tomar café y fumar.
Me gusta encontrar bandas nuevas. Y que me gusten mucho, mucho.
Me gustan las charlas con mis hermanos. Y los desayunos casuales con alguno de mis padres los fines de semana.
Me gusta cuando la gente me habla de cine.
Me gustan los medios de transporte vacíos, y manejar cuando es muy de noche.
Las ciudades costeras que en verano son moda, me gustan en otoño e invierno, cuando no hay casi nadie.
Tengo la costumbre de corregir a la gente cuando usa mal los verbos.
Los mejores regalos que recibí en mi vida fueron una máquina para hacer helados cuando era chica y libros varios, ya de grandecita.
No me acuerdo cuando dejé de creer en Papá Noel.
No me gusta usar manteca de cacao ni usar jeans con zapatillas. No me gusta el pescado y tengo la leve sospecha de que nunca me va a gustar. Siempre odié la matemática, pero las pocas veces que pude hacer correctamente un ejercicio me sentí muy bien.
Los domingos me deprimen.
No soy vegetariana pero prefiero comer carne en pocas cantidades.
No creo en nada más que en mí. Hasta que se demuestre lo contrario.
Y esto se volvió muy serio.Chau.

lunes, 12 de abril de 2010

0800laputaqueteparió

No me gusta atender el teléfono. Cuando estoy sola en mi casa, aprovecho y me manejo con la regla del que suene, total si es para mí me llaman al celular. “Decile a tu papá…avísale a tu vieja entonces…por favor que se comunique conmigo…”. Ni en pedo. Siempre me olvido.
Entonces cuando hoy sonó el teléfono me hice la boluda. Seguí con la mirada clavada en la pantalla de la tele, buscando algo decente. Pero no llamaron una vez. Llamaron 3 veces, a promedio de 7 rings por llamado. Me hinché las pelotas y atendí.

Pilar-¿Hola?
X- Hola. ¿Quién habla?
P- ¿Cómo quién habla? Llamaron acá, yo atendí. ¿Quién es?


(Recuerden: no me gusta hablar por teléfono y menos me gusta tener que remar charlas con gente que no me interesa, ni sé quién es.)

X- Soy yo. ¿Quién sos?
P- No conozco ningún yo. ¿Qué te importa quién soy? Vos llamaste.


Aumenta mi temperatura corporal. Para mal.

X- Jaja, dale…siempre me haces lo mismo. Pasame con Mariano que le tengo que preguntar una cosa.


A esta altura ya me di cuenta de que es número equivocado. En un momento dudé y pensé que quizás era algún conocido de mis viejos y yo estaba siendo muy, pero muy maleducada.

P- ¿Eeeee? ¿De qué hablas? Acá no hay ningún Mariano. Te equivocaste de número tarado. La próxima marca mejor porque me despertaste. Chau.

Estaba apunto de cortar y le mandé un “¡Gil!”, mi insulto legal preferido.
Corté antes de que pudiera decir algo. Aunque el llamado me molestó, quedé como satisfecha. Me reí un poco, saqué el “mute” de la tele y seguí haciendo zapping.
Suena el teléfono de nuevo. La puta madre, grité. No voy a atender, pensé. Soná conchudo, no pienso moverme. Pero de nuevo lo mismo. Exceso de rings y al final atendí.

P- Hooola.


No fue una pregunta, fue más como una afirmación. Esto hizo que mi voz sonara distinto supongo porque el Tarado no se dio cuenta que había llamado a la misma casa.

X- Hola, por favor con Mariano. Habla Carlos.

Carlos. Tarado se llama Carlos.

P- ¿Otra vez vos? Marcá bien. Fíjate bien el número, porque claramente lo tenés mal. Acá no vive ningún Mariano.


Corté. No es que sea tan rápidamente irritable. Pero con los números de las casas en las que viví siempre tuve mala suerte. En una época llamaban preguntando por remisería fácil 3 veces por día. Cada tanto mi viejo (supongo que heredé esto de él) mandaba algún Duna blanco. Lo deben seguir esperando.
Volví a mi rutina, pero sonó el teléfono de nuevo

P-¡Pelotudo, la puta que te parió! ¡Dejá de llamar!
X2- Ay…em…perdón. Creo que me equivoqué de número.


No. No se había equivocado. Reconocí la voz. Pero ya era muy tarde para pedir perdón.
Después de eso no volvió a sonar el teléfono hasta llegada la noche, cuando no era yo la única en casa.
Yo, por las dudas, no atiendo más.

miércoles, 7 de abril de 2010

Mi ciudad, mi quilombo

Abro el word y empiezo a escribir. Qué bueno sería una máquina de escribir de esas bien viejas. Las cosas saldrían mejor. Otra mística.
Tenía miles de cosas en la cabeza volviendo para mi casa. La principal: escribir, escribir, escribir.
Pero como siempre, las mejores ideas llegan en momentos inoportunos: una y media de la tarde, bondi lleno, gente extraña rozando cada parte de mi cuerpo. Se baja una chica. Claramente es mi turno de sentarme. Lo hago. Más tranquila empiezo a divagar. Veo cosas que disparan ideas adentro de mi cabecita. Cosas a desarrollar. Como me conozco y sé que me voy a olvidar trato de sacar un cuaderno. Pero (siempre hay un pero) aparece una señora mayor…buen, semi mayor, no sé. Mi moral (o algo parecido a eso) me dice que me levante y le pregunte si se quiere sentar. Obvio que se quiere sentar. Cruzó todo el colectivo porque me vio cara de boluda. Trata de disimular la sonrisa de vieja hija de puta y me dice “bueno, gracias corazón”.
De vuelta a lo mío, mientras pienso que la vieja se va a bajar en 15 cuadras (no, me equivocaba, se bajó una parada antes que yo) Me voy a olvidar esa idea mágica. Lo sé.
Trato de darle vueltas al concepto para no olvidarme. Repetirlo con distintas palabras. Hasta en distintos idiomas.
Mientras tanto Morrissey me cuenta de su novia en coma, y yo, que obviamente ya me olvidé, trato de mantener mi pie quieto y evitar las miradas de reprobación de la emo que se acaba de subir y se posiciona al lado mío.
Casi Plaza Italia. Un pibe se baja y puedo volver a sentarme. Morrissey me abandonó hace rato y la función shuffle (el Word me corrige y me pone suflé) decidió que era hora de escuchar Joy Division. Bien arriba.
Lo primero que veo cuando miro para la ventana es el Zoológico que, dicho sea de paso, nunca me gustó. “Bienvenidos al Zoo” dice el cartel. Justo justo. El día que tardé más de media hora desde Marcelo T y Callao hasta Güemes y Coronel Díaz porque parece que el subte no anda. De nuevo. El día que escuchamos bombos durante casi toda una clase.
Seguí mirando por la ventana del 152, mi eterno compañero de viajes a cualquier lado.
Y pensé que ya no me sorprende. Me acostumbré a tener un as en la manga cada mañana por si el subte no anda y todos los que suelen viajar por debajo salen a la superficie y me ocupan el Bondi.Ya no me sorprenden los piquetes. Hasta llegué a pensar que hacen bastante pintoresca a la ciudad. Seguro que en otros lados no pasa. Disfrutemos de nuestra singularidad.
Sigo en el bondi. Mr. Ipod ahora me sale con la versión de “New York, New York” de Cat Power. Y parece que hasta ese momento no me había percatado que en una parte dice algo así como que si se puede sobrevivir en Nueva York, se puede sobrevivir en cualquier lado.
Después de 20 años viviendo en Buenos Aires, a Nueva York me la como cruda. ¿El Bronx es heavy? Salí a caminar por Pompeya a las 3 de la mañana a ver qué pasa (no quiero ofender a la gente de Pompeya eh!).
Estoy por llegar a casa y la batería del ipod se muere. Me paro para bajarme. Toco el timbre bien fuerte, porque siempre se pasan mi parada. Me bajo. Estoy caminando para mi casa cuando una chica y un chico con mucha cara de extranjeros me paran y me preguntan por la Quinta de Olivos. You have to walk, les digo y les hago el gestito de que tienen varias cuadras por delante. Gracias, me dicen. O un intento de gracias.
¿Extrañaran su ciudad primer mundista? ¿Qué les dirán a sus amigos cuando hablan por Skype? ¿Qué título le van a poner al álbum de fotos que suban a Facebook?
Llego a casa. Por fin. No hay nadie. Mejor todavía.
Me siento a comer y me llega un mensaje de mi amiga, la tana, la que vino de Milán hace un par de años a conocer y vuelve cada año porque no aguanta la abstinencia. “Me quedo acá dos meses más. Soy feliz”.
Yo tenía ganas de responderle “y yo me quedo acá hasta que me muera”. Me quedo en el quilombo, el caos, la desorganización. Mi quilombo, mi caos, mi desorganización. Obvio, estaría bueno cambiar un par de cosas. Pero mientras tanto, seamos felices como la tana, que no se quiere ir de acá.
Al final me decidí por “que bueno tana, el viernes salimos a festejar eee”.

viernes, 2 de abril de 2010

1969

¿Qué será de la vida de esta muchachita?

Algo más

Hay varias formas de escribir sobre uno mismo, las cosas que le pasan, la gente que conoce, lo que disfruta y lo que no, lo nuevo, lo viejo, lo distinto, lo desconocido.
Todo dice algo sobre la persona que lo escribió.
Un texto humorístico no tiene porque ser más o menos cierto que uno dramático. Son distintos enfoques. Expresiones de un estado de ánimo momentáneo.
Para que te rías, llores, te inspires (o no), me odies, me ames, me conozcas, hagas memoria, te confundas, te desquicie, disfrutes, escuches, leas, comentes. Conozcas.
Otro blog, sin pretensiones de grandeza. ¿Diferente? No sé, fíjate.